Escritos y dibujos
Mery
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En el fondo de la casa de Nicolás, donde merodeaban las lombrices, estaba el “Club, de monstruos que no dan miedo”. Como dice el nombre ahí se reunían los que no asustan, a jugar un poco de póker y gruñir.
Como son distraídos, se olvidaron de un dato muy importante antes de mudarse. Nicolás el año que viene va estudiar arqueología y su patio es fuente de práctica. Entonces el día que hizo una excavación, cayó por un húmedo túnel y el pobre se encontró con esos seres gigantes. La mayoría tenía muchos ojos, manos del tamaño de un balde de pintura y pies olorosos y descalzos.
- ¡Ahh! Gritó, pero antes de que abra los ojos otra vez, todos salieron corriendo, excepto uno que parecía más asustado que el mismo chico.
Era pequeño como una mochila, su cuerpo color verde brillante y en su boca tenía dos colmillitos puntiagudos. Muy espantado, fue corriendo a sostenerse de la pierna de Nicolás, pensaba que los otros corrían de un ser más temible, no de ese flacucho con cara de miedo. Nico no dijo nada porque estaba más aterrado que el mismo monstruito. Y así fue como, los dos miedosos, trepando salieron por el túnel hacia la casa, sin decir una palabra. Y como no sabían que hacer, el ser chiquito decidió hospedarse ahí.
Pasaron semanas, ya eran grandes amigos. Se acostumbraron a las diferencias.
El invitado comía puré de patatas, pollo sin cocinar y a veces cuando obedecía a Nico, también lechuga. Al llegar visitas se escondía, y no salía afuera para que no lo vieran los vecinos (por lo menos así era como habían arreglado)
Pero luego el monstruo se entristeció, ya no comía ni saltaba. Estaba siempre dentro del ropero. Su compañero de casa, notó esto:
- ¿Monstruín, que pasa?
- Monstruín extraña el jardín y el aire libre. Contestó tristemente.
- ¿Vos querés volver a tu casa? Dijo Nico con valentía.
Y así fue como el pequeño monstruito volvió debajo de la tierra con su familia. Juró regresar y en una maleta se llevó delicias que debajo de la tierra no hay para comer.
Cada vez que Nico pasa por el jardín, ve a la tierra vibrar y sabe que Monstruín lo está saludando desde su hogar.
Una amistad de intermundos


El verano pasado fui al mar con mi familia, todos empacamos el jueves a la tarde y ya el viernes alrededor de las cinco de la mañana temprano salimos en el auto ( queda muy lejos de casa). El viaje fue muy aburrido, dormía y miraba por la ventana. Ya cuando el sol comenzaba a alumbrar, vi a mi mamá cebando mates y el perro de peluche (Oscar) en los brazos de mi hermanita.
Llegamos a “Costa Esmeralda” y esperamos a que la dueña de la propiedad nos indique donde quedarnos. La casa era beige, tenía un gran jardín que te llevaba a una especie de bosque. Estaba decorada con cuadros y las habitaciones eran muy acogedoras. Luego de desempacar, nos cambiamos la ropa y nos pusimos la malla. Salimos en el auto y llegamos a la playa del barrio. Pero para nuestra sorpresa, todos preguntamos a coro:
- ¿Dónde se encuentran las ostras en la playa?
- Disculpen, no pude evitar escuchar. En esta playa no hay ostras, vine durante quince años seguidos y nunca hubo. Dijo un solitario anciano en su lujosa reposera.
Rápidamente busco Google Eart en mi celular y escribo Costa Esmeralda. En las imágenes si había ostras, una me resultó sospechosa, una señora con una mochila y una ostra en la mano se veía parada frente al mar. Su bolsa decía “Playa del Carmen México”
Luego de zambullirme en el agua, escucho a dos mujeres hablar del museo de ese lugar y rogando un misterio les pido permiso a mis papás para ir.
Caminé mucho, seguía el mapa que me había dado mi mamá y luego de perderme tres veces encontré el camino, enojada pensé que deberían hacer uno online.
Ya frente a este edificio antiguo, observo que era de un color similar a la casa donde estaba y muy grande. Por suerte era público, porque olvidé llevar dinero. Había imágenes antiguas del dueño, de cómo era el lugar y la evolución de este. Lo que más me asombró era una vitrina, con una especie de cajita en forma de corazón, predominaban las telas de araña y decía: Claudia Rufa, descendiente de Claudio Rufa (dueño) 1982-2019.
- ¡Ella había muerto ese mismo año! Pienso. Me asombré al ver “Playa del Carmen, México” en ese objeto.
Al volver, veo desde lejos a mis papás hablando con el anciano de antes, este a pesar de la edad congeniaba muy bien con ellos. Mi hermanita construía un castillo de arena.
- ¡Hola! Digo y me siento a buscar mi teléfono para ver de nuevo la foto. Al abrir mi bolso pude observar mi cajita musical, (que no sé por qué estaba allí).
- …Y me dijo Claudio Rufa, estás castigado… Dijo con una voz fuerte el anciano, todos se rieron.
- ¿Claudio Rufa? Pregunté
- Sí, así me llamo. Responde, y todos se quedan mirándome.
- Es que el papá de un compañero también se llama así. Miento y todos siguen hablando.
Entré en las olas pensando mucho, no tenía nada malo que sea el padre de la niña y dueño de este lugar. Pero algo extraño taladraba mi cabeza.
- ¡Mery, Claudio va a buscar agua caliente y nosotros a comprar algo en el restaurante de allá! Quédate con Luisi. -Dijo mi mamá. Asentí con la cabeza, era la oportunidad para descubrir el misterio.
Escuché una llamada, era el celular de Claudio, decía “Claudia, hija” Atiendí, ella comenzó a hablar…
- ¡Hola pa! Ya está todo hecho tal como lo pediste, juntamos todas las ostras, los compradores ofrecen una suma cada vez más alta. ¿qué opinas? ¿Tres millones de pesos?
No contesté y cortó la llamada. Mi hermanita miraba asombrada y abrazaba a su muñeco. Mi sorpresa ante esa llamada se perdía como las olas del mar que luego chocan contra la arena.

¿Dónde se encuentran las ostras en la playa?
Fanzine
Juegos
Crucigrama

Estaba sentada en mi patio, pensando en que animal podía convertirme para escribir y mostrar en clase. De pronto mi piel se comienza a ¿Borrar?
—¡¡Ayuda!! -Grité con todas mis fuerzas pero no era suficiente. Ya cansada me observé, era una mosca.
Intenté volar, pero mi piel parecía mojada. Con pequeños pasos y mis ojos como vidrios llegué hasta la ventana.
—¡Ma, pa!. –Volví a decir, ellos estaban tomando mates y creo que se confundieron, porque mi hermanito dijo:
—¡Mirá Luisi!… ¡Psps hace la mosca!
—¿Mosca? Soy tu hermana, cuando pueda volver ¡ya vas a ver!
Logré entrar por un tubito, no fue como esperaba porque mi hermanita me corría con una ojota, ¡con la mía! Para colmo moriría por acto de mi propio calzado!
Me estaba por ….y….Abrí los ojos y pensé, qué linda historia para contar en taller.
Siendo mosca