mis trabajos



A mi hermana le obsesionaban los gatos. En abril nos
regalaron una gata blanca con manchas negras. Claudia se
pasaba todo el día con el animal aunque era arisco, mi
hermana lo acariciaba y la llevaba a su habitación para que
durmiera con ella.
También le encantaban las películas de terror y tenía una
colección de máscaras espeluznantes, que ella usaba para
asustarme cuando estaba distraída.
Una noche de sábado, ella estaba con una máscara de una
película que me daba mucho miedo. Yo estaba viendo en la
oscuridad del living una película de acción, acompañada del
gato. Claudia paso caminando enfrente del televisor. Le
pregunte que a donde iba, y me dijo que a su habitación a
dormir.
Termine de ver la película, y en los créditos, cuando estaba
buscando el control remoto, me congele. Me había llegado el
pensamiento “si se fue a dormir ¿Por qué no llevo al gato?” y
llegue a la horrible conclusión de que debajo de esa mascara
no estaba mi hermana…


Desde pequeña tengo problemas para dormir. Simplemente no puedo, ya sea porque me da hambre, me da ganas de leer o escucho un ruido lejano que me da miedo.
Una noche estaba leyendo un libro sobre un mundo mágico donde los personajes cazaban monstruos
-cuanta valentía tenían esas personas para hacer eso-Pensé. En ese momento escucho a mi panza rugir.
Me decido y voy a la cocina a buscar algunas galletitas. Cruzando el pasillo, apenas iluminado por la luz de mi pieza, escucho a alguien caminar.
Me sobresalte pero era mi perra Clara, que me quería acompañar, o al menos eso parecía porque enseguida se tumbó en la alfombra.
Me reí en vos baja y amine hasta el final del pasillo. Después solo había oscuridad. Me llene de valor y corrí tontamente hasta la cocina, iluminada tenuemente por la luz de la luna. Fui a la heladera y me detuve. Al lado de la heladera hay una puerta pequeña que llevaba a una habitación donde está el lavarropas.
Siempre está cerrada ya que Clara entra ahí y juega con la ropa sucia.
Sentí que me observaban. Mire para todos lados.
Silencio.
Miro la puerta. Se me pone la piel de gallina. Agarro el picaporte y tiro. No hay nada. Solo la oscuridad reflejada en las baldosas.
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cosas que
me gustan



Iba por un camino de tierra lleno de árboles. Era la avenida que tomaba para ir a mi casa solo que más descuidada y salvaje, y sin señal de que un humano hubiera pasado por ahí en mucho tiempo. En un momento me encuentro una curva, donde hay una reja y a la distancia se ve una casa.
Al instante aparezco en la entrada, y me doy cuenta que es mi casa, solo que más deteriorada y con una torre en el techo.
Adentro también está como abandonado, lleno de plantas y con cosas rotas. Salgo por la puerta trasera y camino hacia el horizonte.
Me topo con un pantano y un lugar con plantas muy altas. Miro hacia la casa y aparezco en un lugar alto pero pequeño, revestido con madera gris y fea. Me había teletransportado a la torre. Ahí estaba mi cama, y sentado sobre ella estaba un chico de unos doce años, con el pelo corto y la cabeza redonda y pequeña. Llevaba ropa gris pero elegante. No recuerdo que me había dicho, pero en ese instante se convirtió en mi amigo. Lo que si recuerdo es que me había dicho que era rico y que se iba a mudar a un pueblo.

Aparecemos cómodamente sentados en un tren en medio del bosque. Tenía un tono muy lindo entre rojo y naranja, como si estuviera atardeciendo. Al frente mío estaba el chico, que llamare Franz. Aunque estábamos solos era muy agradable.
El tren da una curva y muestra un gran lago azul.
Era el lago que está al lado de mi ciudad. También comprendí que donde estaba pasando el tren debería estar la ciudad. Era como si hubiera viajado en el tiempo.
Aparecemos parados en medio de una pintoresca aldea. Estaba conformada por doce casas suizas que tenían una punta en la playa y otra en el bosque.
Del lado del lago, en donde los pueblerinos caminaban para ir de un lado en otro, como una avenida, había una misteriosa cortina celeste de como dos metros de alto. No sabía que había detrás, y Franz, que estaba al lado mío parecía que tampoco lo sabía.
De la nada exclama-
¡Te hecho una casa!- y señalo una esquina donde había dos paredes y un piso azul, en donde había un fuente blanca.
Supe que había hecho eso sin consultar al pueblo, ya que apareció una horda de gente enfurecida que se nos acercaba cada vez más (ya que ese era uno de los únicos lugares donde se podía ir al lago, porque todas las casas estaban pegadas una junto a otra, y el lugar tenía apenas dos salidas)


Despierto en un suelo empedrado y frio. Miro hacia arriba, donde hay solo piedras y antorchas. Estoy en una torre tan alta como un edificio de cuatro pisos y del tamaño de una cabaña pequeña. En las frías paredes no tiene ventanas y en cada espacio hay una cama colgando de la pared. Está lleno de personas, acostadas o sentadas en las camas. Este era el lugar que ocultaban los aldeanos atrás de las cortinas. Era una prisión.
Los aldeanos me encerraron ahí por lo que había hecho Franz, aunque no lo veía ahí.

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La oscuridad de la cocina
Tania
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El gato blanco
Sueño:



Había una vez, una bella tortuga que vivía en un rio llamado Roldan. Roldan no era una rio común, si no uno mágico, en que cualquiera que pisara sus blancas aguas desaparecía misteriosamente. Y aunque no lo crean, la tortuga tampoco era común. En realidad no era una tortuga, si no que fue una chica llamada Licia, que vivía en un pueblo llamado Belisario. Belisario y otro pueblo cercano estaban en guerra, y Licia era una de las muchas personas que iban a luchar.
Después de dos meses de entrenamiento, le habían ordenado una misión; robar la tiara de la reina del pueblo oponente.
Licia fue cabalgando al anochecer, para que no la vieran, robo la corona y salió galopando en su bello caballo blanco.
Cuando ya estaba bastante lejos del pueblo enemigo, empezó a aparecer una misteriosa niebla. Licia no veía por donde iban y de repente, delante de ellos, aparece una gran acacia, un árbol conocido por crecer al lado del rio Roldan. El caballo de Licia choca contra el árbol y la chica cae en el medio del rio.
Habían pasado horas desde que Licia se había desmallado. Cuando despertó, estaba en la orilla, al frente de la acacia. Su caballo había desaparecido y colgando del árbol estaba reluciendo la hermosa tiara. Ella intento alcanzarla, pero se dio cuenta de que no podía. Se miró en el reflejo de un charco que había cerca y para su asombro se había transformado en una tortuga. Cada día tenía más nostalgia del mundo de los humanos, así que decidió ir a ver una bruja para ver si podía convertirla en humana.

Continuara…





La tortuga y el rio blanco

DIBUJOS
Desde que empezó la cuarentena, hago las clases virtuales desde mi habitación que, aunque es pequeña y fría es muy cómoda. Desde ahí también puedo escuchar el canto de los pajaritos, que tienen diferentes colores; la mayoría grises, amarillos y a veces, aunque no lo crean aparecen loros.
Y como toda habitación, la mía tiene una linda ventana con bordes blancos y gruesos. No estoy segura, pero creo que es tan vieja como la casa, que fue construida en los años 70s. Desde la ventana puedo ver la entrada de mi casa y parte del cerco lleno de plantas. Cruzando la calle de tierra, hay una simple casa blanca, y estacionado frente a ella hay un antiguo auto rojo. Pegada a esa casa hay otra adorable hecha de ladrillos, con rosas y un cerco negro para que no se les escape el perro. Si fuerzo la vista, un poco más allá está una casa alta, con un bello árbol de pera, donde vive mi mejor amigo, que he visitado muchas veces. En el horizonte se pueden divisar algunas montañas con un poco de nieve en sus majestuosas cumbres y una antena de radio resaltando en el frío y soleado día.
Desde mi ventana
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